Fotograf@s en Zaragoza

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Entrevista. Ana Palacios.

17 comentarios

Ana Palacios. Zaragoza. 1972

De vez en cuando, uno, en su incultura fotográfica, descubre lo que ya debería conocer. Este es uno de esos casos. ¡Ya debería de saber de esta fotógrafa!.  Y es que, el quehacer fotográfico de Ana Palacios, no pasa desapercibido, y no hablamos solo a ojos de un fotógrafo. Su fotografía, como ella misma dice «es fotografía en tres dimensiones: lugar, personaje e HISTORIA» (estas mayúsculas las ponemos nosotros)

Periodista, coordinadora de producción de cine y fotógrafa documental.  Y todo en primera línea.  En su faceta periodística ha dirigido gabinetes de comunicación y ha trabajado en informativos de la cadena Antena3.  En su faceta cinematográfica, trabaja con directores de la categoría de Ridley Scott, Milos Forman o Roman Polanski, entre otros.  Ahí es nada.

Pero es su faceta fotográfica la que nos ocupa.  Todo, o casi todo de lo que hace, fotográficamente hablando, lo hace por satisfacción personal y espíritu solidario. Esta turista conventual, como se define, ha visitado los rincones más desfavorecidos del planeta, en países como Tanzania, China, India…  De la mano de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, ha documentado sus visitas a orfanatos, asilos, hospitales, psiquiátricos, barrios marginales….  Y el fruto de todo ello son trabajos de la talla de «albinos en Tanzania», «India Creciente» o «China oculta», entre otros.  Trabajos de gran calado, que hunden sus raíces para buscar la esencia del ser humano en su estado más vulnerable.  Situaciones invisibles en el trajín diario del primer mundo, pero muy presentes y reales en la corta distancia de los países en vías de desarrollo.

Su fotografía habla por ella, pero como periodista que se precie, ella también habla por sus fotografías.  Aquí es donde se completa la tercera dimensión a la que se refiere:  llenar de historia el lugar y los personajes.  Con la naturalidad y sinceridad con la que describe sus viajes.

Su trabajo fotográfico es prueba y testigo de la fuerza del espíritu humano cuando las circunstancias se empeñan en ponerlo a prueba y del tesón de algunas almas por recomponer estos retazos de esquinas rotas del mundo. (me pone los pelos de punta esta expresión de Ana). Conozcamos un poco más de ella.

Te defines como atea e hipocondríaca. O eso hemos leído. ¿No es un poco contradictorio esto con tus trabajos fotográficos?

Sí, sí, es cierto.  Mis viajes fotográficos comenzaron como una catarsis.  En 2010 llevaba diez años atendiendo peticiones excéntricas –y muy caras- de estrellas de Hollywood con las que trabajaba haciendo producción de cine.  Por otra parte, siempre había huido de viajar a países “pobres” por miedo a la comida, a los bichos…  ¡Yo soy de ver un mosquito en la ensalada y dejar de comer!

Un día, viendo la tele, en “Españoles por el mundo” salió una chica sorda enseñando las instalaciones de la Fundación Vicente Ferrer en India.  Había tanta intensidad en como transmitía sus emociones, era tan feliz… se iba encontrando a gente y los abrazos que se daban eran de amor total.  Me puse a llorar y pensé que estaba tirando mi vida por la ventana, que nada de lo que hacía era trascendente para mí, ni para nadie.  Yo quería un poco de “eso” que tenía esa chica: felicidad de la buena.  Quería comer ensaladas con mosquito y que me diera igual, quería “atender peticiones” no de actores caprichosos, si no de gente que necesitaba cosas importantes. De la combinación búsqueda de trascendencia y superación de miedos comenzaron estos viajes. Fue el principio de esta aventura adictiva de cooperar a través de mis fotos.

Tiene que ser muy gratificante poder dar un contenido «físico» (fotografías, artículos, exposiciones…) a tu inquietud humana y solidaria. ¿con qué herramienta te encuentras más a gusto: tu cámara de fotos o tu máquina de escribir?

Con las fotos, sin duda.  Yo estudie periodismo por eliminación.  No me dejaron hacer cine que era mi vocación.  En casa eso de que quisiera entrar en la “vida de la farándula” caía regular.  Así que me tocó estudiar algo “serio”, pero escribir nunca fue una pasión.  Sin embargo, creo que a veces las fotos documentales se entienden mejor si se explica el contexto, y por eso decidí complementar mis fotos con las historias de sus protagonistas.

Como «turista» original que eres, buscas «hoteles» originales.  Echamos de menos Sudamérica en tu galería. ¿Para donde sacarás tu próximo billete de avión? o, lo que es lo mismo, ¿que próximo destino vamos a descubrir en tu «cartera fotográfica»?

Son los destinos los que me eligen a mí.  Yo me enamoro de las historias y ellas me llevan a unos destinos.  Mi último viaje fue a Etiopía y fue porque alguien me habló de una escuela de moda como herramienta de crecimiento de la mujer y resultó estar en Etiopía.  Cuando me contaron el drama de los albinos africanos, terminé en Tanzania porque es el país con más albinos de África.

Ahora mismo hay varias historias que me cortejan pero todavía no he tenido flechazo con ninguna… de manera que estoy aún compuesta y sin destino.

Nos llama especialmente la atención el que, probablemente, es el trabajo más conocido tuyo y, seguramente, el más emotivo, por lo injusto del protagonista: albinos en Tanzania. ¿Cómo se enfrenta uno, cámara en mano, a este tipo de situaciones?

Con mucho cariño, con respeto y con emoción.  Cuando me sumerjo en estas comunidades vulnerables y tengo delante situaciones injustas, de desigualdad y de profunda tristeza, metabolizo todos estos ingredientes tan poderosos en energía positiva.  Mi naturaleza es más bien “blandengue” pero, en estas situaciones, emerge una fuerza, que aún no sé de donde sale, para luchar por sus causas y tratar de catalizar el cambio.  La cámara se convierte en herramienta imprescindible y todo cobra sentido en cuanto una de esas fotos sensibiliza a una sola persona.  Convivir con los niños albinos gracias a las puertas que me abrió AIPC Pandora fue como matricularme en un “máster de felicidad”, aprendí muchísimo de ellos.

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Albinos en Tanzania. «El primer día, cuando llegué, miraba fijamente la puerta del centro… estaba paralizada. No me atrevía a entrar. Pensaba que se asustarían al verme y que sospecharían que venía a venderlos a los hechiceros. Me hice una película en la cabeza muy de Hollywood. Por fin crucé cautelosa la verja y me entró el pánico de verdad cuando vi a decenas de niños corriendo hacia mí, gritando y saltando a toda velocidad. No daba crédito. No tenían miedo, estaban encantados. Los voluntarios son frecuentes allí y saben que son de fiar. En ese preciso momento empezaron a desvanecerse todas mis ideas preconcebidas sobre los albinos, sus miedos, su fragilidad… Llegué a la conclusión de que esa diferencia es lo que les hace más fuertes.»

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Etiopía ha sido tu último destino. Tu «objetivo» en este país ha sido la mujer africana. La posición social de la mujer en los países africanos, en general, es bastante precaria. ¿No da la sensación de que, debido a la cantidad de problemas abiertos, estos se diluyen y se hace difícil avanzar?

Es cierto que es muy complicado.  El peso de la tradición y de la religión es grande y juega en contra de la igualdad de la mujer.  En Etiopía conocí el proyecto de Trampled Rose, una ONG local que financia la escolarización de más de cinco mil niñas que si no estarían prostituyéndose, sirviendo en Arabia Saudi o trabajando como peones. Visitando 17 colegios rurales vi como cientos de esas niñas tenían esperanza de poder tener un futuro digno.  Otro proyecto precioso que documenté fue la primera escuela de moda de Etiopia, gestionada por las Hnas Salesianas de la mano de Manos Unidas y Africa Directo, entre otras ONG, que consigue ofrecer una alternativa laboral a las jóvenes, participando con su creatividad en el proceso de crecimiento industrial vertiginoso que está teniendo Etiopía.  Si no existiera esta ONG o tantas otras la situación sería mas precaria. Hay mucho por hacer pero todo suma. «A veces sentimos que lo que hacemos es solo una gotaen el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota.»ya lo decía la Madre Teresa de Calcuta.

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Etiopía. Diseñando sueños. «Etiopía es una sociedad patriarcal que relega a las mujeres a un segundo plano justificándose en la tradición y en la religión. Sin embargo, con el esfuerzo para conseguir los Objetivos de Desarrollo del Milenio algunas cosas están empezando a cambiar.»

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En tu trabajo India creciente muestras de forma «amable» la pobreza y miserias de este país. ¿Esta cultura, atrapa tanto como se dice?

Yo confieso que a mí me atrapan las ciudades suizas, una tarta Sacher en Viena o pasear por el So-Ho de Londres.  India más bien me cambió la vida.  Fue mi viaje iniciático de fotografía y cooperación y mi primera experiencia con las Hermanas de las Anas. La labor de las misioneras es tan fascinante como desconocida, ellas me enseñaron la India no turística, la de andar por casa, que es en la que 800 millones de personas viven por debajo del umbral de la pobreza, pero en la que hay perseverancia, constancia, esfuerzo y un espíritu de superación de alto voltaje. En cuanto a mi enfoque “amable”, tengo la convicción de que aproximarse a las tragedias invisibles que invaden nuestro mundo de una manera positiva es mucho mas efectivo para activar la solidaridad, que es, en realidad, mi objetivo con mayúsculas: visibilizar para sensibilizar.

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India Creciente. «La enfermedad me impactaba, pero me impactaba mucho más ver a un niño de meses solo, sentado en el barro. India ya nace sabia. Los niños tienen que funcionar con independencia desde muy pequeños. Desde el principio ya no hay virginidad»

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En tu web, tan solo un álbum en blanco y negro: Fe líquida. ¿por qué este precisamente? ¿o por qué no los demás? ¿qué te ayuda a decidir dar color o hacer monocromo a una fotografía?

Yo soy mas de color, al menos a día de hoy.  Prefiero el color porque mis fotos intentan describir el mundo como es, y la vida es… en color.  Pero este viaje fue especial.  Yo diría que fue el de más densidad espiritual y también el más complicado fotográficamente.  Acompañé a la Hospitalidad Jesus de Nazaret en una peregrinación a los lugares santos de Israel y Palestina con personas que tenían alguna enfermedad.  Convivir día y noche con voluntarios y peregrinos, compartir como experimentaban las visitas a los lugares donde vivió Jesús fue tan emocionante que todavía hoy, tres años después, creo que no he digerido. A pesar de tener el consentimiento para hacerles fotos a los viajeros durante todo el viaje…  Capté momentos muy particulares, tocando el Sepulcro, o rezando en el Mar de Galilea… fotos que encerraban angustia, esperanza, desesperación, felicidad y decenas de emociones a la vez, sobre todo una fe tan solida que se hacía líquida al calor de esos lugares.  Sentía que esos momentos pertenecían a su intimidad y que yo podía estar interfiriendo en su “viaje”. Así que al seleccionar las fotos más anónimas y abstractas estas me pedían a gritos el blanco y negro.

 

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Fe líquida. «La fe mueve montañas…y sillas de ruedas. Lo que pesa una silla de ruedas, oye. Voy llena de moratones. Empujas y te enganchas con los adoquines, se atasca una rueda, me doy en la espinilla, veo las estrellas y pienso: «moradura fijo, otro mes sin ponerme minifalda, con lo mona que me queda». Levantas las ruedas de delante para el bordillo y ooooooooooootro golpe en la rodilla. Estoy por quitarla a ella y sentarme yo. «

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China oculta nos descubre el verdadero sentido de la expresión»renglones torcidos de Dios». Estamos seguros que no fue un trabajo cómodo. Sin ninguna intención de que cambies de registro .. ¿no te planteas otro tipo de fotografía?

-En este viaje a China y Macao visité leproserías, psiquiátricos y asilos.  Venía de India de fotografiar colegios, hospitales, orfanatos…  En India todos los espacios y las personas estaban cerca del nacimiento de la vida y había esperanza en todo lo que veía.  En China los proyectos que visité conectaba con la muerte, simbolizaban la recta final o, efectivamente, los renglones torcidos.  El punto en común eran las Hermanas de las Anas, que me acogieron maravillosamente en las misiones y gracias a eso, sobreviví en China.  En occidente no nos enseñan a mirar a la cara a la muerte y me resultó durísimo ver tantos finales, tantas velas que se apagan despacio.  Mi fotografía en ese viaje quizá fue más pudorosa porque yo misma estaba asustada.

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China oculta. «Mientras paseamos por sus inclinadas callecitas empedradas, los protagonistas van saliendo a escena y mis alertas de hipocondría se disparan. Me subo los calcetines hasta la ingle y cuando me dispongo a enfundarme en mi armadura ergonómica de látex… La monja me mira triste y comenta que les resulta ofensivo, que bastante tienen, que estoy en su casa. Y que además ninguno está en fase contagiosa desde hace años. Así que me encomiendo a la madre Ciencia y a la diosa Estadística y me sumerjo a pelo en su mundo imperfecto. Más imperfecto, digo.»

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¿Una anécdota que te haya marcado?

Uy, ¡tengo un montón! Casi todas están relacionadas con mi hipocondría.  En Lin Long, un pueblo de leprosos que visité en China, el alcalde salió a recibirnos y para saludarme me extendió la mano.  Yo dudé… Pensé: “¿y si se me contagia la lepra? ¿y si estoy el resto de mi vida con la piel cayéndoseme a pedazos? ¿Y si…?”.  Entonces me di cuenta de lo ofensivo que iba a ser para él no estrecharle la mano, valoré que si estaba aún en fase contagiosa y me estaba ofreciendo su mano sería muy mala persona por querer contagiarme a propósito, así que confié, tragué saliva… y se la dí.  También confieso que nada mas llegar a Madrid pedí hora con un médico especialista en enfermedades tropicales para contárselo.  Y, bueno, parece que no tengo la lepra.  Claro que siempre me asalta la duda de si pedir una segunda opinión…

Como viajera fotográfica experimentada: un consejo, o dos, o tres.. para un fotógrafo primerizo que quiera hacer el tipo de fotografía que tú haces

Antes de ir… Elegir siempre un proyecto concreto antes de embarcarse en un viaje.  No ir a un país, “a lo que salga”, o “a por todos los temas que te encuentres”… terminas obteniendo fotos de “turista”, sin profundidad y con un cuerpo de trabajo débil.

Una vez en destino… No tener prisa.  Las mejores fotos me han salido cuando ya pensaba que estaba todo hecho. La gente necesita tiempo para familiarizarse contigo, con tu presencia extraña y con la cámara.  Cuando te haces invisible para ellos es cuando empiezan a suceder las cosas.

A la vuelta… Dejar reposar un tiempo las fotos.  Vuelves como una olla a presión con miles de sentimientos en ebullición. Esa proximidad emocional a tus sujetos, a veces nubla la objetividad en la selección y edición del trabajo.

Entrando en las preguntas que solemos hacer a todos nuestros entrevistados ¿Cuál es tu equipo fotográfico de batalla en estos viajes?

Ahora viajo con dos cuerpos, una Canon 5D Mark II y una 7D. Tres objetivos zoom 16-35, 24-70, 70-300 y un 50mm fijo. Flash, monopie, reflector pequeño, un portátil, muchas baterías y muchas tarjetas. ¡Ah! y muy importante para cuando estás en sitios sin electricidad: cargador de batería de coche.

¿Puedes darnos el nombre de algún fotógrafo poco conocido que, en tu opinión, merezca nuestra atención?

Si es poco conocido… seguro que no lo conozco, porque soy bastante profana y aún se me escapa conocer a muchos de los grandes. De “fuera” me encanta Stephanie Sinclair y su trabajo de niñas-novia y de “casa” Nuria Lopez Torres, de la interesantísima plataforma Gea Photowords, con sus imágenes sobre los transexuales en Cuba.

Pregunta final: un deseo para la profesión fotográfica.

Que no se abuse de ella, que se la respete y se la dignifique. Esto empieza en que cada uno de nosotros que ejercemos esta profesión nos hagamos respetar y no nos pleguemos a unas reglas del juego improvisadas de Internet, o a cláusulas abusivas en concursos, contratos de clientes, editoriales o medios de comunicación.

 

Lo dejamos en este punto. Queremos hacer mención a las organizaciones que desarrollan una labor impagable y gracias a las cuales, personas como Ana pueden mostrar al mundo algunas necesidades que, de otra manera, no conoceríamos:

AIPC PandoraHermanas de las Anas-fundación Bonal Hospitalidad Jesús de Nazaret

Trampled Rose, – Manos UnidasAfrica Directo

 

Agradecemos a Ana el interés, el tiempo, la amabilidad y la simpatía que nos ha dedicado, además de la gran labor divulgativa que lleva a cabo sobre la actividad de estas ongs, y os invitamos a descubrir su trabajo en su página web:

www.ana-palacios.com

«hago fotografía documental en la cocina de la vida.

Un día de estos me quedo en alguna despensa de otro continente

y a ver como se lo explico a mi madre.»

Ana Palacios

Autor: Alejandro Lambán Herrero

Aragonés. Amante de la fotografía, de la naturaleza, de la charla entre amigos, de la vida tranquila... Siempre intentando aprender.

17 pensamientos en “Entrevista. Ana Palacios.

  1. Desde mi ignorancia tengo que reconocer que no conocía a Ana Palacios. Al menos, no la conocía con nombre, aunque tengo que reconocer que las fotografías de los niños albinos si que las conocía. Me ha gustado mucho la entrevista. Realmente apasionante leer las experiencias de esta fotógrafa. Otra excelente entrevista de nuestro ya experto entrevistador Alejandro. Felicidades

  2. Una entrevista muy especial y movilizadora, gracias Alejandro.Me quedo con lo más importante (creo yo) , lo que hace grande su trabajo y que es un estilo de vida : «Yo quería un poco de eso que tenía esa chica: felicidad de la buena.»

  3. Otra ignorante que tiene que confesar su desconocimiento. Menos mal que tenemos a Alejandro que nos va presentando a estos extraordinarios fotógrafos.

    Una gran entrevista, una maravillosa forma de conocer a esta estupenda fotógrafa.

    • Muchas gracias por la entrevista Alejandro, yo también me declaro ignorante.
      Un abrazo
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  5. Reblogueó esto en Imágenesy comentado:

    Entrevista que realizo a Ana Palacios en el blog de FeZ.

  6. Pingback: INTERVIEW. ANA PALACIOS. | Trampled Rose

  7. Enhorabuena, Alejandro, por esta nueva estupenda entrevista. Me ha encantado conocer a través de ella a esta excelente fotógrafa, vinculada, además, con el mundo del cine.
    «Todo cobra sentido en cuanto una de esas fotos sensibiliza a una sola persona». La fuerza comunicadora de una gran instantánea.

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